CSI (Crime Scene Investigation) es una serie estadounidense que empezó a emitirse el 6 de octubre del año 2000 y que trataba de la resolución de crímenes y asesinatos por parte del Departamento de Criminalística de Las Vegas. Creada por Anthony E. Zuiker alcanzó hasta la decimotercera temporada y generó tres secuelas: CSI: Miami (2002-2012), CSI: Nueva York (2004-2013) y CSI: Cyber (2015-2016). Lo que viene siendo una serie de éxito que además de inspiración para otras posteriores como Bones o Mentes Criminales.
Parte importante de la resolución de un crimen, y donde Jose Ramon Alonso centra la atención del espectador a lo largo del capítulo, es la datación de la muerte. Saber recoger e interpretar la información biológica en un cadáver y estimar la "hora de la muerte" es una primera pista de utilidad para identificar posibles sospechosos y cotejar las coartadas.
En este sentido, el autor expone los tres factores fundamentales clásicos que se siguen empleando para datar la muerte, a saber:
1. Algor mortis: Una de las funciones de la sangre es el mantenimiento de la temperatura corporal. La sangre está a 36-37ºC y su circulación continua mantiene dicha temperatura en todo el cuerpo. El cese de la circulación implica una pérdida de temperatura corporal de fuera a dentro, de forma gradual, siguiendo una curva sigmoidea. La utilidad de este método se circunscribe a las 12 primeras horas postmortem, ya que pasado ese tiempo, la temperatura del cuerpo ya iguala a la del ambiente. No obstante, hay que influencian como la temperatura exterior, peso de la persona o la inmersión en agua.
2. Rigor mortis: Una serie de procesos químicos y la liberación de cationes divalentes de calcio en el interior de las fibras musculares como consecuencia de la muerte provocan una rigidez muscular entre 3 y 12 horas postmortem. Estas rigideces también ocurren gradualmente desde la cara hacia el torso del cadáver.
3. Livor mortis: La presencia de livideces cadavéricas en las zonas más declives del cuerpo es otro fenómeno cadavérico clásico. El cese de la circulación sanguínea produce la sedimentación de la fase sólida de la sangre (fundamentalmente los glóbulos rojos) en las zonas más declives, empezando como algunos puntos rojos que van creciendo a partir de la primera hora.
En una segunda parte, Jose Ramón Alonso habla sobre el neuroepitelio o epitelio olfatorio que se encuentra en el techo de las fosas nasales. Una de las características más especiales de estas neuronas es que son células nerviosas que, a pesar de su alto grado de especialización, son continuamente renovadas y reemplazadas por células madre (recordemos que las neuronas perdidas no se suelen reemplazar, por lo que esta propiedad, hace de estas unas neuronas especiales)
La otra gran característica es que al estar tan expuestas al exterior, las células olfatorias que actúan como neuronas, no necesitan una gran oxigenación a partir de los vasos sanguíneos (reciben oxígeno directamente del aire) y, de hecho, su vascularización no es muy profusa. Esto hace que, en caso de falta de riego sanguíneo, estas células no mueren rápidamente por hipoxia (falta de oxígeno), sino que tardarán más en morir debido a la falta de nutrientes.
Esto, unido al hecho de que estas células presentan una serie de cilios (proyecciones celulares hacia el exterior con capacidad de movimiento activo) en constante movimiento, viene a constituir un nuevo mecanismo de datación de la muerte. Los cilios se mueven para impulsar la secreción mucosa en el interior de las fosas nasales. Tras la muerte, debido al aporte directo de oxígeno, estas células permanecen vivas (y sus cilios en movimiento) incluso tras 20 horas después de la muerte.
La detención de los cilios también es progresiva según una curva similar a la del enfriamiento cadavérico. Sin embargo, este proceso es menos influenciable por factores ambientales, sexo u otros datos personales.
La datación de la muerte cuando ha pasado más tiempo ya depende de otros fenómenos como el estadio de putrefacción o los insectos que se pueden encontrar sobre el cadáver.
Falk, Nathalie & Lösl, Marlene & Schröder, Nadja & Gießl, Andreas. (2015). Specialized Cilia in Mammalian Sensory Systems. Cells. 4. 500-519. 10.3390/cells4030500. |
En resumen, la datación de la muerte es algo complejo, que depende de muchos fenómenos y nunca es exacto. Por ello, la Ciencia Forense, trata siempre de encontrar nuevos mecanismos para determinar el intervalo de tiempo entre el momento 0 (la hora de la muerte) y el momento actual.
Sin embargo, me llama mucho la atención la definición del "momento 0" y me gustaría centrar por aquí el debate:
¿Cuándo morimos? ¿Qué es morir? Las células de nuestro cuerpo no mueren todas a la vez, sino que lo van haciendo poco a poco. ¿Qué células marcan la muerte?
Una persona en parada cardiorrepiratoria (no respira, no late) sí tiene actividad cerebral. ¿Hasta cuando se considera que está "viva"? Podríamos decir que en el momento de que su encefalograma sea plano (actividad cerebral no detectable). No obstante, gran parte de sus órganos siguen vivos y probablemente también gran parte de sus neuronas.
Quiero traer con esto una reflexión de que quizás el paso de la vida y la muerte no es algo abrupto, sino que es un proceso de "apagado progresivo" que dura más tiempo. Y esto no sirve más que para sumar un poco más de dificultad y descubrir que cuando preguntan en CSI lo de "la hora de la muerte?" en realidad no tiene mucho sentido.
Espero que lo hayáis disfrutado tanto como yo y no haber herido muchas sensibilidades con este tema tan lúgubre.
Nos vemos en los comentarios. #FelizSábado